sábado, 3 de enero de 2015

El trágico fin del buque Serpent

A Costa da Morte, es uno de los litorales más peligrosos del mundo. En sus costas, centenares de embarcaciones han sucumbido al fiero Atlántico.

Uno de los naufragios mas populares ocurridos en las costas gallegas fue el del Acorazado inglés ‘Serpent’, en el lugar llamado ‘Punta Boi’, un saliente rocoso con forma de cuerno de buey que penetra en el mar, formando con la Punta del Cabo Veo, una ensenada donde se encuentra la bella playa de Trece. De una tripulación de 179 marineros, sólo tres sobrevivieron. Todavía se considera como el peor desastre en la historia de A Costa da morte.

El Serpent, un acorazado de tercera clase de la Marina Inglesa

El barco, de 72 metros de eslora, estaba equipado con tres mástiles y una alargada chimenea en el centro. Fue construido con la última tecnología en acero galvanizado y soportaba un desplazamiento de 1950 toneladas, alcanzando una velocidad máxima de 17 nudos. El ‘Serpent’, tenía una misión al llegar a su destino: continuar con la vigilancia de los traficantes de esclavos que operaban en la Costa Occidental de África con total impunidad.

El ‘Serpent’, naufraga frente a la costa de Cabo Vilán, Camariñas

El ‘Serpent’, barco acorazado de su majestad británica, partió de Plymouth con destino a Sierra Leona, el 8 de noviembre de 1890. Tras dos días de travesía sin registrar incidente alguno, el buque se encontraba a escasas millas del Cabo de Finisterre, a la altura del llamado Cabo Vilán (Villano); yermo y desolado lugar, a pocos kilómetros de la localidad de Camariñas.
En esa época del año, el mar ruge con una fuerza inusitada, y las tempestades son frecuentes, con olas de más de ocho metros de altura. Al caer la noche, el ‘Serpent’, se vio envuelto en una tempestad; probablemente, debido a la falta de sol, a la inexactitud constante de la brújula y a las presunciones con el sextante. El buque se escoró en demasía y no permitió ver la escasa luz emitida por el Faro Villano (Vilán).

La Tragedia del Serpent en Punta Boi: Solo tres supervivientes

De repente, un fuerte golpe, y el barco se detuvo. El capitán del navío inglés ordenó virar pero el barco no se movió. El Serpent se había posado sobre unos afilados salientes rocosos, en el lugar denominado como Punta Boi. El viento y el oleaje lo arrojaron violentamente contra los escollos, que destrozaron por completo el buque en apenas una hora. Durante este tiempo, la tripulación fue barrida de la cubierta por las enormes olas que batían sobre el navío, cuando intentaban alcanzar los botes salvavidas. Milagrosamente, tres maltrechos guardiamarinas: Edward Bourton, Frederick Gould, y Onesiphorus Luzón, fueron arrojados por el mar hacia la playa del Trece. Los náufragos deambularon por las proximidades hasta que, a primera hora de la mañana, fueron encontrados por unos campesinos de la zona.

La solidaridad de los habitantes de Xaviña, Camariñas

Poco a poco, durante los días siguientes, los cuerpos de los 170 muertos en la catástrofe del Serpent eran ‘escupidos’ por el fiero Atlántico. Mientras, los tres supervivientes, fueron colmados de atenciones por las gentes de Xaviña, la localidad más próxima al naufragio. El párroco del pueblo, Manuel María Carrera Fábregas, avisó a las autoridades y organizó, junto con el alcalde, a los habitantes del pueblo para buscar posibles supervivientes. Cuando llegaron al lugar del hundimiento, el espectáculo era dantesco: decenas de cuerpos mutilados esparcidos entre las rocas, y diversos enseres flotando a la deriva cubrían las aguas.

El cementerio de los ingleses

El Padre Carrera y los aldeanos recuperaron a muchos de los marineros muertos, y ante la enorme cantidad de victimas, se improvisó un cementerio a poco más de un Kilómetro del arenal del Trece. Aunque la iglesia no permitía a los no católicos ser enterrados junto a anglicanos, el Padre Carrera sintió que era su deber de cristiano enterrar a los difuntos, independientemente de su religión.

Esta actitud le supuso un enfrentamiento con el Párroco de Camariñas, que estaba en desacuerdo en dedicar oraciones, funerales y sepultura a católicos y anglicanos por igual. Finalmente, se impuso la cordura, y el cañonero inglés Lapwig, partió del puerto de Vigo con destino a Camariñas, donde recogió a los supervivientes, y fue testigo de la consagración del camposanto, localizado en un lugar conocido como o Porto do Trigo, el cual, pasaría popularmente a llamarse: el Cementerio de los Ingleses.

Durante los siguientes años al desastre, hasta bien entrado el Siglo XX, los navíos de guerra británicos disparaban sus cañones en honor a los muertos del naufragio cuando pasaban frente a la Playa del Trece. El Cementerio de los Ingleses se restauró en 1990 eliminando la división entre los 63 católicos y sus 79 compañeros; otros 31 fueron tragados para siempre por el Océano.


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