lunes, 22 de julio de 2013

La Maldición del Holandés Errante

A lo largo de la historia, navíos que zarparon hacia destinos lejanos han naufragado vencidos por las fuerzas de la naturaleza. Algunos no han ido a parar en el inmenso cementerio de las profundidades y continúan surcando los mares. El Holandés errante forma parte de esta flota espectral. 

Muchos marineros afirman haber sido testigos de numerosas apariciones. El más cele­bre de ellos es el joven duque de York, el futuro rey Jorge V de Inglaterra. 

Un testigo de la realeza

El duque, entonces de dieciséis años, navega como alférez de la Royal Navy, a bordo de la Bacchante, que da la vuelta al mundo. En la noche del 11 de julio del año 1831, mientras la nave se encuentra a la altura de las costas australianas, una luz brilla repentinamente en la oscuridad y, a doscientos metros más o menos, surge contándole el camino un bergantín rodeado de un halo rojizo siniestro. 

Los mástiles y las vergas del buque fantasma se destacan claramente en esta extraña luz fosforescente. El alférez de tumo es enviado inmediatamente al castillo de proa, pero el buque ya había desaparecido misteriosamente en la noche clara y el hombre no pudo ver nada. El duque de York y doce miembros de la tripulación fueron incrédulos espectadores de este extraño fenómeno. El futuro Jorge V estaba persuadido de haber visto al célebre ´"Holandés Errante", aún cuando el tipo de barco no se correspondía realmente.

Esa misma noche, se cuenta que el marinero que fue el primero en ver el navío espectral cayó de uno de los mástiles y se mató. Semanas después, murió el almirante de la flota. Para algunos, estos hechos dramáticos estarían relacionados con la extraña visión, a la que no se ha encontrado explicación. 

Cuaderno de Bitácora de la Bacchante

'A las 4 de la mañana, un bergantín pa­só por nuestra proa, como a trescientos metros rumbo a nosotros. Una extraña luz roja alum­braba el mástil, el puente y las telas. El hombre de la serviola lo señala desde la proa, también lo hace el teniente de guardia. Un alférez fue enviado a la vigía pero, esta vez, no vio nin­gún rastro o signo de navío alguno. Trece per­sonas fueron testigos de la aparición, la noche estaba clara y el mar tranquilo. El Tourmaline y el Cleopaire. que navegaban por estribor de­lante de nosotros, preguntaron por señales, si es que habíamos visto la extraña luz roja.' 


Errante por siempre 

La leyenda del buque fantasma comandado por un "holandés errante" tiene su origen en el siglo XVII, pero varía según las versiones. En una de ellas, el comandante del barco -el "holandés"- sería un capitán llamado Barent Fokke avecindado en Amsterdam hacia el año 1650. 

Es célebre entre los ma­rineros por sus arranques de cólera y sus orgias. Su barco es el más veloz de todos; hace el viaje entre Amsterdam y Batavia en sólo tres meses, hazaña excepcional para la época y, para muchos, sólo explicable por una intervención del diablo. Así, cuando desaparece en el mar, nace la tradición que le hace recorrer para siempre el océano, como maldición por haber hecho un pacto similar al de Fausto. 

Diferentes versiones

En otras versiones, el triste héroe de la leyenda es el capitán Van der Staten, quien padece el mismo castigo por haber zarpado un Viernes Santo. Pero la leyenda más difundida pone en es­cena al capitán Van der Decken, quien navega a bordo de su barco desde Holanda hacia las Indias Orientales, cuando una vio­lenta tempestad estalló a la altura del cabo de Buena Esperanza.

Confiado en sus dotes de navegante y a pesar de las súplicas de su tripulación, Van der Decken reta con arro­gancia al Todopoderoso que trate de hacerlo zozobrar. Escapa del naufragio pero, en cas­tigo por su blasfemia. es condenado a navegar eternamente por las mares. 

Leyenda Inspiradora

La historia fue transmitida oralmente durante siglos, antes de que el poeta alemán Heinrich Heine la pusiera por escrito en 1830. En esa versión, el marino errante es liberado de su maldición por el amor de una mujer que acepta morir para que él encuentre el repo­so. Y su buque de velas rojas es, finalmente, tragado por las aguas... Richard Wagner se inspira en el texto de esta historia para com­poner, en 1843, su ópera 'El buque fantasma'. 

Algunas reapariciones del Holandés errante 

En 1887, la tripulación del buque norteame­ricano Orion que hacía ruta de San Francis­co a la China, divisa un antiguo velero de tres palos alumbrado por una extraña luz blanca. La nave se acerca un instante y de­saparece de repente, en el momento en que unas nubes tapan la luz de la luna. Aunque está soplando un viento muy violento, lleva todas sus velas desplegadas. 

En 1939 un barco similar es visto desde tie­rra firme por un centenar de personas que se encontraban en una playa de Africa del Sur, al sureste del Cabo. La nave, que tiene siempre todas sus velas desplegadas, cruza velozmente el mar, aun sin brisa, y desapa­rece misteriosamente en un instante. 

En 1942, en Mouille Point. cerca del Cabo, se divisa una vez más la antigua silueta del extraño velero de tres palos mientras se acerca a la bahía. De ahí en adelante, sus apariciones se espacian.

La era de los bar­cos modernos parece haberle dado un gol­pe fatal a un cierto romanticismo del mar. 

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