miércoles, 11 de septiembre de 2013

Los inicios de la Legión española: las campañas de Marruecos

Por la Real Orden de 4 de septiembre de 1920 se funda la legión con la denominación de «Tercio de Extranjeros», según la idea concebida por el teniente coronel Millán-Astray Terreros, quien dos días antes había sido nombrado su primer jefe.

La legión fue una unidad concebida para luchar en Marruecos que se constituye en Ceuta su Plana mayor de mando, asumiendo el de la Plana mayor administrativa el comandante D. Alfonso Vara del Rey. En días sucesivos, al ir llegando los distintos oficiales que han solicitado formar parte de la mis­ma, se crean las compañías de depósito.

El primer legionario

El primer legionario se alistó en Ceuta el 20 de dicho mes, día en el que todos los años se conmemora la creación de la Legión. Las expediciones de volun­tarios procedentes de toda España, pero sobre todo de Cataluña, comienzan a llegar a la ciudad en el mes de octubre.

El legionario Francisco Franco

En este mes llega el que será comandante de la I Bandera, D. Francisco Franco Bahamonde, quedando la misma formada el siete de dicho de mes y año, con dos compañías de fusiles y una de ametralladoras. Su jefe elige como guión de mando las armas de la Casa de Borgoña.


La segunda y tercera Bandera 

El día 22 de octubre de 1920 se formó la II Bandera con igual número y clase de compañías, la cual es puesta bajo el mando del comandante D. José Cirujeda Gayoso, tomando por guión el águila imperial bicéfala de Carlos V. Al siguiente día se organiza la III Bandera, con las compañías 7ª, 8ª y 9ª al mando del también comandante José Candeira Sestelo, sin que en principio adopte guión alguno.

Escaso número de suboficiales 

La instrucción se realiza duramente, bajo la supervisión de los jefes antes mencionados, quienes, debido al escaso número de suboficiales y sargentos existentes proceden a elegir el resto en­tre los voluntarios que parecen tener dotes de mando, e igual ocurre con los cabos.

El primer uniforme legionario 

Sin que sirva de precedente, en aquellos días, un grupo de 40 legionarios es enviado para participar como acemileros en la ocupación de la ciudad santa de Xauen. En noviembre los legionarios reciben sus nuevos uniformes: guerrera de cuello vuelto, pantalón breeche con vendas verdes, gorro isabelino —con el tiempo conocido como «legionario»—, borceguíes de cuero, ca­pote-manta, macuto, bolsa de costado, correaje inglés «Mills», de lona —comprado en Gibraltar— y sandalias.

El Credo Legionario 

También en este tiempo se van adoptan­do otras prendas y estilo de vida que harán a sus componentes diferentes del resto del Ejército de África: el emblema compuesto por arcabuz y ba­llesta cruzados y en medio la alabarda, armamento típico de los Tercios de Flandes; el «chambergo», prenda de cabeza muy característica en los prime­ros tiempos, y algo no material que influirá sobre todo en el devenir histórico del cuerpo: el Credo Legionario.

Las Banderas 

En noviembre la I Bandera es enviada a Uad-Lau, mientras que la II y III permanecen en Riffien, aunque todas en instrucción y adiestramiento. En diciembre la II partió para el Zoco el Arbaa de Beni Hassan y la JJÍ, el 31 de dicho mes, hacia Ben Karrich, todas ya en servicio de campa­ña.

Los primeros muertos en combate 

El 7 de febrero de 1921, como consecuen­cia de una agresión que sufre una escuadra de la 6ª compañía de la II Bandera, el Tercio sufre su primer muerto en combate: el cabo Baltasar Queija Vega. Dos meses después las compañías 4ª y 5ª de la indicada Bandera entran por primera vez en combate en Xeruta, sufriendo diversos muertos y heridos, entre los primeros el capitán Martínez Zaldivar y entre los segundos el también capitán Alcubilla Pérez.

Los tigres de Buharratz 

Las tres Banderas toman parte en diver­sas operaciones en la zona occidental, pero nun­ca en vanguardia, hasta que en el mes de junio entabla combate en Buharratz la III en tal forma que recibió el apelativo de «los Tigres de Buharratz» y desde entonces su guión será un tigre rampante. En el combate perecen un teniente y once legionarios y resultan heridos tres oficia­les y diecinueve legionarios.

Objetivo: Melilla 

Pero es a partir de julio de 1921 cuando se teje la historia legendaria de la unidad. A raíz del «Desastre de Annual» son enviadas a la zona oriental o de Melilla, las Banderas I y II que hacen el viaje sucesivamente a pie, en una agotadora marcha incluso de noche, desde el frente hasta Tetuán; en tren, desde esta ciudad hasta Ceuta, y en barco, hasta Melilla. Al embarcar se les une la Banda de Música.

El 24 por la mañana se llega a la citada ciudad y sus habitantes, que se veían ya en poder de los rifeños por la escasa guarnición existente, sufren una transformación al ver desfilar por sus calles a la tropa que llega con su Banda de Músi­ca, tras la arenga que le dirigió Millán Astray.

Las Banderas, en unión de dos tabores de Regulares de Ceuta, que llegaron pocas horas después, y que, pese a ser en gran medida rifeños, siguen combatiendo por España, intervienen en todos los combates importantes que se sucede­rán en los días y meses sucesivos y dan lugar a acciones como la de Casabona, en la que hay 21 muertos y 64 heridos en las filas legionarias. 

El 'blocao' de la muerte 

El episodio del «Blocao de la Muerte», en el que se defienden hasta morir, sabiendo que ese iba a ser su final, el cabo Suceso Terreros y catorce legio­narios más, todos voluntarios. El 17 de septiembre es herido gravemente en el pecho el teniente coronel Millán-Astray. Los comandantes de las dos banderas Franco y Fontanés, son citados re­petidamente como distinguidos.

La 4ª Bandera 

En Riffien, en octubre, se crea la IV Ban­dera, bajo el mando del comandante Emilio Villegas Bueno, que adopta como guión el Cristo y la Vir­gen del Rosario que D. Juan de Austria enarboló en Lepanto. 

Por otro lado las bajas de las bande­ras que combaten en la zona de Melilla son enor­mes, pero continuamente llegan nuevos reclutas para llenar sus huecos y el 24 de octubre lo hacen dos compañías completas, las 13ª y 14ª de infan­tería, una para cada bandera, pues el mando se ha dado cuenta que para que dichas unidades sean completamente operativas cada una de ellas necesita de tres compañías de fusiles y una de ametralladoras. Casi todos los llegados en dichas compañías son voluntarios procedentes de hispanoamérica.

Fuertes combates 

Por su parte, en la zona occidental, en los mismos días, combaten las II y IV Banderas, siendo empleada esta última en la ocupación del monte Magán, resultando dos oficiales y 20 legionarios muertos y seis oficiales y 64 de tropa heridos. El 28 de octubre, en el mismo lugar, vuelve a combatir la citada Bandera sus bajas ascienden a un oficial y 49 legionarios muertos y seis oficiales y 126 legionarios heridos. Por dichas acciones le es concedida a la unidad el derecho a ostentar en su guión una corbata.

La 5ª Bandera 

El 1 de noviembre se organiza la V Bandera, al mando del comandante Juan José de Liniers y Muguiro, quien adopta como guión las armas del Gran Capitán con su águila como enseña; la unidad es operativa el 16 del citado mes y su bautismo de fuego es en la zona de Tazarut, en compañía de la III y ambas al mando de Millán Astray.

Los primeros carros de combate

Mientras, en la zona oriental han seguido los combates y la participación de las Bande­ras I y II en la reconquista de lo perdido el año anterior y el 18 de marzo de 1922 tiene lugar el primero en el que el ejército español emplea ca­rros de combate. Es el de Ambar y por inexperiencia varios de los mismos resultan destruidos, sufriendo el Tercio sensibles bajas, entre las que se encuentran el comandante jefe de la II Bande­ra, Rodríguez Fontanés, el capellán Vidal y diez legionarios; otros 62 y dos oficiales resultan he­ridos.

Ataque al Peñón de Vélez de la Gomera 

En abril el ataque de los moros al Peñón de Vélez de la Gomera hace que en su ayuda acu­dan dos oficiales, un sargento, seis cabos y 44 legionarios, que con la guarnición del islote rechazan los envites enemigos y en la que durante unos meses y con algunos relevos permanecieron.

En junio, en la zona occidental, al man­do de Millán Astray combaten la Plana Mayor del Tercio y las compañías de depósito 1ª y 2ª; en julio lo hizo la 4ª.

La 6ª Bandera 

El 1 de septiembre se organiza la VI Ban­dera al mando del comandante Enrique Lucas Mercader, que toma como guión las armas del Duque de Alba.

En enero de 1923, la VI Bandera es enviada a la zona oriental. Las operaciones en las que interviene el Tercio se suceden en una y otra zona y el 4 de junio, al mando de sus legionarios, muere quien fue su segundo primer jefe, el teniente coronel Rafael Valenzuela Urzáiz, en el combate de Tizzi-Assa, en el que intervienen las Ban­deras I, II y IV. Junto a él perecen un capitán, cuatro tenientes y 60 entre suboficiales y legionarios, resultando heridos otros 120 hom­bres. 

Franco al mando 

Entre los caídos se encuentra entera la es­colta de Valenzuela, que le siguió en el combate y escuadras enteras, debidamente formadas, que acuden a retirar el cadáver de su jefe. Como consecuencia de este suceso se hace cargo del man­do del Tercio el teniente coronel Franco. En diciembre de dicho año la III Bandera es trasladada igualmente a la zona oriental.

Durante el siguiente año de 1924 los com­bates se suceden y por razones estratégicas son enviadas a la zona occidental las Banderas I, III y IV.

El Tercio 

En febrero de 1925, el 16, se dispone que la unidad deje de llamarse «Tercio de Extranjeros» y que se denomine «Tercio de Marruecos» y po­cos días más tarde, el 2 de marzo, pasa a llamarse simplemente «El Tercio». En abril, en Riffien, co­mienza a organizarse el Escuadrón de Lanceros, al mando del capitán de caballería Pedro Sánchez Tirado, quien toma como guión el escudo de los Reyes Católicos en la conquista de Granada.

La 7ª Bandera 

En el citado mes, la I Bandera pasa a la zona de Melilla y en mayo se comisiona al coman­dante Gregorio Verdú Verdú para que cree la VII Bandera, que toma el guión con las armas de Valenzuela. En agosto la II Bandera pasa a la zona oriental, pero al mes siguiente vuelve a la occi­dental en compañía de la III, para tomar parte en la contención del ataque rifeño contra Tetuán y al terminar las operaciones que culminan con la libe­ración de Kudia-Tahar, las dos son enviadas rumbo a la bahía de Alhucemas donde desembarcan el 22 de septiembre.

El desembarco de Alhucemas 

En el desembarco inicial en este punto habían sido empleadas las Banderas VI y VII a las órdenes de Franco, siendo utilizadas las cuatro en los combates sucesivos, que marcan el princi­pio del fin de Abd-el-Krim y su rebeldía. Las otras Banderas actúan en la zona occidental y a ellas se une el Escuadrón de Lanceros.

La 8ª Bandera 

En enero de 1926 es creada la última de las Banderas legionarias que lo fue durante las campañas de Marruecos, la VIII, que toma como guión las armas de Cristóbal Colón, siendo su primer jefe el comandante Luis Carvajal Aguilar.

En el siguiente mes de febrero, al ascen­der Franco a general, es nombrado nuevamente primer jefe del Tercio el coronel Millán Astray. 

La pacificación del Protectorado 

Pacificado el Protectorado, el 30 de junio de 1927, por ascenso al generalato de su primer jefe, es nombrado en su puesto el coronel Eugenio Sanz de Larín. Unos meses más tarde, el 5 de octubre de 1927, SS.MM. los Reyes de España hacen en­trega al Tercio, reunido en pleno en Dar Riffien, de la bandera de España que la Reina había bordado para sus legionarios, quienes al terminar el acto sacan del campamento en volandas al coche que transportaba a sus soberanos.

Al terminar las citadas campañas las ci­fras que arrojan las intervenciones del Tercio en las mismas son elocuentes y considerables:

Ha intervenido en 899 hechos de armas en 7 años de existencia, y entre los que podemos citar como más importantes se encuentran, por orden cronológico: Casabona, «Blocao de la Muerte», Nador, Sebt, Taxuda, Ambar, Buharrat, Monte Magán, Tizzi-Assa. Tifaruin, Sidi Mesaud, Kobba-Darsa, Afrau, Gorgues, Xauen, Draa el Aseff, Dar-Akobba, Xeruta, Zoco el Arbaa, Alhucemas, Kudia Tahar, Monte Malmusi, Las Palomas, Loma Redonda, Los Morabos, Beni-Madam y Kudia Sebaa.

Sus componentes son condecorados con doce Cruces Laureadas de San Fernando in­dividuales —ocho a título postumo—, 47 Meda­llas Militares individuales, 367 Cruces de María Cristina, 14.268 Cruces Militares rojas de todas clases y 33 Cruces al Mérito Naval; además 5 de sus miembros son condecorados como Caballe­ros de la Legión de Honor francesa y con 3 Cru­ces de Guerra de dicho país. Colectivamente el Tercio obtiene una Medalla Militar, así como las Banderas I, II y IV; y también el Tercio, una Cruz de Guerra francesa con Palma de Oro y una cita­ción en la Orden General de dicho ejército.

Los novios de la muerte 

Todas estas condecoraciones fueron a costa de innúmero esfuerzo y derramamiento de sangre, comenzando por el propio Millán-Astray, quien de las cuatro heridas que recibe durante aquellos años, tres las sufre mandando a sus legionarios en 1921,1922 y 1926. Entre las bajas mortales se encuentran: un tenien­te coronel primer jefe, Valenzuela; tres comandan­tes jefes de Bandera, Rodríguez Fontanés, Borrás Estévez y Orgaz Sampayo; 19 capitanes, 49 te­nientes, 41 alféreces, 1 teniente médico, 1 cape­llán, 7 suboficiales, 42 sargentos, 146 cabos y 1.690 legionarios.

Los heridos son 1 coronel, 3 tenientes coroneles, 12 comandantes, 58 capitanes, 130 te­nientes, 116 alféreces, 1 capitán médico, 25 sub­oficiales, 193 sargentos, 466 cabos, 5.077 legiona­rios, 3 practicantes y 3 herradores.

Un Tercio de extranjeros repleto de españoles 

A pesar del título de «Tercio de Extranje­ros» sus componentes en su inmensa mayoría fueron españoles y en este sentido se informa el 20 de abril de 1922 que hasta dos días antes se habían alistado en sus filas 5.682 españoles y 1.107 extranjeros y años más tarde, que entre septiem­bre de 1920 y el 31 de agosto de 1930, de los 24.521 enganchados en sus filas, solo 4.034 eran extran­jeros, lo que supone aproximadamente un 17% de sus efectivos totales.

Los más numerosos fueron los portugue­ses, con 1.085; alemanes, 912; cubanos, 546; fran­ceses, 365; italianos, 194 y argentinos, 140. Los menos numerosos, con un solo combatiente: Pa­namá, Honduras, Guatemala, India y Japón. El voluntario de este país, cuando se licenció había llegado al grado de sargento legionario y se lla­maba Yamashita Yosihiro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario