lunes, 13 de junio de 2016

Cuando España a punto estuvo de entrar en guerra con Portugal

Puede parecer una broma, pero en 1975, el gobierno de España liderado por Arias Navarro sopesó la posibilidad de entrar en guerra con Portugal.

La noticia salió a la luz en el 2008 de la mano del diario "El País" y se basaba en unos documentos desclasificados de los Archivos Nacionales de Washington que narran las relaciones entre ambos países en los años 70.

Se trataba de un momento crucial en las relaciones entre España y Estados Unidos, ya que los norteamericanos deseaban renegociar la situación de las bases estadounidenses en España y Arias quería que Washington apoyara la entrada de España en la OTAN.

La Revolución de los claveles

El 25 de abril de 1974, militares portugueses de izquierdas dieron un golpe de Estado para derrocar el Gobierno dictatorial de Marcelo Caetano. El respaldo popular a su causa fue extendiéndose con multitudinarias manifestaciones. Era lo que se denominó, "la revolución de los claveles".

Con la intención de evitar un baño de sangre, Caetano cedió el poder a Spinola, que contaba con grandes apoyos entre las fuerzas armadas. Siete meses después, Spinola renunció a su cargo por discrepar radicalmente con la evolución que estaba tomando la situación política en Portugal y la mala gestión de las colonias portuguesas de ultramar. 

Sin embargo, el 11 de marzo de 1975, al comprobar que los comunistas ganaban terreno, trató de recuperar el poder con un golpe que fracasó estrepitosamente. Fue en ese momento, cuando el entonces presidente español, Carlos Arias Navarro, contactó con el gobierno de Washington. 

La influencia comunista y la 'Matanza de Pascua'

La influencia del Partido Comunista Portugués en diversos estratos del ejército llevó a Spinola a sospechar que se preparaba un golpe de estado comunista apoyado por la Unión Soviética, lo que conllevaría la eliminación de varias personalidades contrarias a Moscú, entre las cuales estaría el propio Spinola. Esta operación fue conocida como la "Matanza de Pascua" y fue la causa principal por la que Spinola intento hacerse con el poder mediante un golpe de estado mal preparado y peor organizado, el 11 de marzo de 1975.

La caída de Spínola

Esta tentativa golpista desembocó en una radicalización de la situación y en el control de las instituciones gubernamentales lisboetas por parte de personas afines al Partido Comunista Portugués y a la Unión Soviética, la cual estaba especialmente interesada en anular al ejército portugués en África y así tomar posiciones en Angola. En realidad, la intervención soviética en Angola fue realizada a través de un "alquiler"de soldados cubanos, por los cuales Fidel Castro recibía una sustanciosa compensación económica.

Ante el intento fallido de golpe de estado, Spinola huye a España el mismo 11 de mayo de 1975 y según documentos publicados hace algunos años en el semanario portugués "Expresso", solicitó la intervención del ejército español en Portugal para evitar que el Partido Comunista implantase en Lisboa un régimen de inspiración soviética.


Portugal. una amenaza para España

Arias Navarro analizó, en marzo de 1975, en un encuentro en Jerusalem con el subsecretario de estado norteamericano Robert Ingersoll, la tensa situación en Portugal. El dirigente español quería conocer la posición de Estados Unidos ante una posible intervención española en el país vecino. Se valoró junto a Ingersoll esta posibilidad, con el argumento de qué, para España la situación en Portugal era una amenaza. "Portugal es una seria amenaza para España, no por el desarrollo de la situación en el país, sino por el apoyo exterior que pudiera tener y que sería indudablemente hostil a España", escribió Ingersoll en el informe para el secretario de estado Henry Kissinger.

Intervención militar española en Portugal

"España estaría dispuesta intervenir contra el comunismo en solitario si fuera necesario. Es un país fuerte y próspero que no quiere pedir ayuda pero confía en la comprensión y la cooperación de sus aliados". En ese mismo informe, Ingersoll señalaba que Arias le habría explicado las "medidas a tomar" para que los "acontecimientos en Portugal no se extendieran al otro lado de la frontera".

"Arias está convencido de que España debe democratizarse y abrir las puertas a una mayor participación política popular. La experiencia de Spinola le convenció de una cosa: no hay que subir una colina demasiado deprisa" escribió Ingersoll en su misiva. 

La preocupación de Arias continuaba un mes después. En abril de 1975, en una reunión informal con el senador republicano Hugh Scott, Arias llegó a prometerle que lo sucedido en Portugal no se repetiría en España. Como argumento para justificar tal declaración, Arias explicó que 'en España había más libertades, mas crecimiento económico y una mayor distribución de la riqueza'.

Arias aseguró también en abril, esta vez al embajador en España, Wells Stable, "que el ejército español conoce los peligros del comunismo por la experiencia en la Guerra Civil y está totalmente unido". El embajador añadiría en una carta remitida a Kissinger, su opinión personal al respecto, donde consideraba que España tendría problemas en protegerse de las acciones subversivas portuguesas una vez iniciada la intervención. 

El asalto a la embajada española en Lisboa

La relación entre España y Portugal llegó a un nivel crítico cuando en septiembre de 1975 la embajada española en Lisboa fue asaltada por miembros organizados de la extrema izquierda. Esta acción fue vista por amplios sectores como una provocación que buscaba la reacción española para conseguir así un mayor apoyo popular y relanzar al Partido Comunista Portugués, que despuès de las elecciones del 25 de abril de 1975 obtuvo una representación menor al 20%. Era imprescindible para los pro-soviéticos obtener un apoyo popular mayor para iniciar así su revolución. 

La CIA y la transición democrática en Portugal

Henry Kissinger estaba al tanto de lo que se estaba "cociendo" en la Península Ibérica en aquellos días y llegó a valorar seriamente el apoyo norteamericano a la intervención española, aunque finalmente optó por no apoyar esta intervención y dejar en manos de la CIA el devenir de Portugal. Y para ello tenían en el país luso a la persona perfecta: Frank Carlucci, embajador norteamericano en Lisboa y también agente destacado de la CIA en la Península Ibérica. Inmediatamente la agencia de inteligencia norteamericana comenzó a trabajar sobre el terreno y designaron a la persona clave para evitar que el comunismo llegara al poder. 

Contactaron con un socialdemócrata en el exilio, Mario Soares, cuya figura querían convertir, tanto la CIA como el MI6 británico, en un elemento clave para la transición democrática del país. Y así fue; cuando regresó de París, desde el mismo momento que bajó del avión en Lisboa, su figura fue ensalzada de tal forma, que alcanzó una popularidad sin precedentes en el país. 

Poco después, su partido, el partido socialista, ganó las elecciones y comenzó la transición democrática del país.  Por este hecho, Carlucci fue ascendido a vice director de la CIA  y felicitado por su gran labor en la Península Ibérica.

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